La importancia de las primeras palabras de tu bebé

El efecto de las primeras palabras es significativo, es el inicio del desarrollo del pensamiento del bebé

Las primeras palabras involucran tanto lo  mental, lo afectivo y  lo  biológico. En cuanto a lo mental se trata de que el bebé empieza a desarrollar conocimientos y a identificar impresiones, sensaciones y situaciones que ayudan a construir significados que conformarán el pensamiento. También el lenguaje aparece como respuesta a la capacidad imitativa y al trabajo de las neuronas espejo, aquellas que tienden a copiar lo que vemos afuera y que se activan frente a la risa, el llanto, la tos y los bostezos.

Hay un fuerte componente emocional en el desarrollo del lenguaje, pues es la interacción con los otros lo que produce en el bebé la necesidad de conectar. Los bebés a los que se les habla todo el tiempo y que reciben estímulos afectivos visuales, sonoros y táctiles, tienen la tendencia a hablar más pronto y desarrollan léxicos más amplios y estructurados.

De otro lado, el aparato de fonación requiere de adaptaciones anatómicas: la laringe debe descender y retraer la lengua, que en los bebés ocupa mayor espacio dentro de la cavidad bucal, y con la práctica se van aprestando los puntos y modos de articulación. Este proceso se inicia desde el momento del nacimiento y empieza con el llanto como primer sonido, que suele producir reacciones afuera, por lo que el bebé aprende que llorar es una buena forma de recibir atención y gratificaciones.

Después aparecen los balbuceos que son realmente ejercicios, pero no solo físicos, pues cuando se convierten en formas de conexión, es decir, cuando consiguen que la mamá o el papá o el cuidador se involucren, se convierten en verdaderas conversaciones y su evolución es más rápida, pero también mejor estructurada.

Del balbuceo se va pasando a las palabras básicas, que normalmente se dicen con m, con p y con t, ya que son fonemas fáciles de pronunciar. Y de ahí en adelante ocurre un acondicionamiento anatómico, emocional y mental que dura para toda la vida

Es importante establecer conexiones muy tempranas con el bebé, incluso desde los balbuceos, que aunque en sí mismos no tengan significados precisos, sí tienen un alto componente comunicativo. Repetir con el bebé los balbuceos, repetir sílabas sencillas como ma ma ma, pa pa pa, ta ta ta, estimula y favorece el desarrollo del lenguaje.

Las primeras palabras, es decir, aquellas frases completas a media lengua, o sonidos con significado, van estructurándose a partir del año y medio. En esta época un mismo sonido puede cumplir varias funciones y tener más de un significado. Es frecuente que los sonidos correspondan a una parte, frecuentemente la primera o la última de la palabra, es decir que se supriman las primeras o las últimas letras. Todo ello hace que los padres tengamos que “adivinar” para entender lo que dice el bebé, pero es fundamental hacer ese ejercicio y nunca ignorar los sonidos que produce el bebé,

Hablarle aunque no comprenda las palabras, refuerza lazos afectivos, porque si bien el bebé no entiende el significado de los sonidos, entiende perfectamente el mensaje emotivo. Leerle cuentos aunque no los entienda con la voz pausada y haciendo entonaciones particulares de sorpresa, alegría, tristeza, según la historia que se lee, desarrolla capacidad de concentración y apresta el cerebro para los procesos verbales. Ponerle canciones infantiles que usan el recurso del estribillo y la repetición, desarrolla su oído y su pronunciación.

El diálogo con los hijos no se improvisa cuando ya están crecidos y empiezan a tener problemas. El diálogo empieza al tiempo con la relación.

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